Una vez
en Toledo y ya que el “Adolfo”
original era imposible, nos decantamos por otro restaurante de la firma, el “Adolfo Colección”, en la Calle Nuncio
Viejo.
Blanco,
de líneas rectas, minimalista, con la cocina a la vista. La planta baja más
industrial, con los conductos vistos y el sótano más cálido gracias al ladrillo
y la piedra de las paredes.
El trato
nos resultó perfecto, muy atento.
Nos
decantamos por unas raciones de cecina de ciervo que estaba exquisita, una
brandada de bacalao que estaba muy buena, suave y deliciosa.
Unos
huevos rotos con setas que estaban bastante bien, el carpaccio de atún rojo lo
dejamos en un simple regular y la presa ibérica muy hecha para mi gusto.
Bebimos
agua y un “Baldor”.
Nos
invitaron a un surtido de mazapanes y turrón. Muy bien.
Me ha
gustado mucho y el trato del personal me resultó particularmente agradable,
simpático pero sin caer en la camaradería.
(20,00 € p.p.).
Fecha de visita: Abril 2011
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