1 ago 2011

PLASENCIA

- CAMINO:
“Perla del valle te llaman, por tu hermosura, de Extremadura edén te digo yo…”.
Así reza el himno de esta bella ciudad del norte de Cáceres. El que tiene una imagen desértica de Extremadura se equivoca con los alrededores de Plasencia.
Enclavada en el punto de unión de los Valles del Jerte, Ambroz, Alagón y Tietar, las comarcas de la Vera, las Hurdes, la Sierra de Gata, Sierra de Gredos y el Parque Nacional de Monfragüe, ofrece un entorno verde y lleno de hermosos paseos en la naturaleza rodeado de cascadas, altas montañas y frondosos valles.
Centrándonos en Plasencia, la ciudad se fundó en 1.186 por Alfonso VIII y honró su escudo con la leyenda “Ut placeat deo et hominibus” (Para el placer de Dios y de los hombres), aunque hay vestigios de asentamientos anteriores.
Plasencia siempre fue libre excepto de 1.442 a 1.448 que perteneció al señorío de los Zúñigas, pero las protestas del pueblo le devolvieron su libertad.
Su población participó en la conquista de América y numerosas batallas siendo parte activa de la historia de España.
Comenzamos el paseo en el parque de Gabriel y Galán y el acueducto que lo bordea. El Acueducto o Arcos de San Antón, del S. XVI traía el agua de la Sierra de Cabezabellosa y El Torno a la ciudad. Posee 55 arcos en pie, algunos de ellos junto al Hospital Virgen del Puerto y el resto en este parque.


Continuamos por la Av. Juan Carlos I y tras el comúnmente conocido parque de la Rana, nos encontramos con la muralla en la Torre de Lucía, llamada así porque de noche se encendían hogueras en las torres para advertir a los caminantes que se acercaban a la población.


Aquí comenzamos un paseo peatonal que nos lleva por uno de los tramos mejor conservados de la Muralla de Plasencia. Se comenzó a construir al mismo tiempo que la fundación de la ciudad, pero no se terminó totalmente hasta 1.197. Está realizada en mampostería y posee doble sistema defensivo con foso. La muralla estaba unida al Alcázar, el cual fue demolido durante la Guerra Civil y del que no se conservan vestigios.  
El paseo termina en la Puerta del Sol. La muralla posee todavía en pie cinco de sus puertas. La denominada Puerta del Sol, llamada así por su orientación al este está perfectamente realizada para que los rayos del sol penetren lo máximo en la calle. Posee una hornacina con la Virgen de la Estrella.


Cruzando bajo el arco de la puerta tenemos la calle del Sol que es una de las más transitadas por tratarse de la calle más comercial de la población.
Ascendemos a nuestra derecha por la calle de Las Cruces con la pared de piedra de la muralla del S. XII a nuestra vera y la Puerta del Carro, giramos en la calle de La Rosa, seguimos subiendo por la calle de Las Escuelas con la fachada de la antigua Casa de la Salud, actual sede de la UNED y terminamos en la Iglesia de Santa Ana. De estilo renacentista posee en su fachada la imagen de Santa Ana con la Virgen y el niño, actualmente es un auditorio y tiene un bonito artesonado.


Frente a la fachada oeste de Santa Ana se encuentra el Teatro Alcázar, del S. XIX, fue restaurado hace unos quince años y necesita una mano de pintura.
Bajamos la Calle del Rey donde encontramos algunas de las casas señoriales que inundan la ciudad, como es la Casa de las Argollas. De ella solo nos queda el torreón con los escudos nobiliarios en sus esquinas y las argollas de su fachada que le otorgaban jurisdicción propia, como el derecho de asilo y de portazgo. De esta casa salió hacia la plaza mayor el día de su boda Juana la Beltraneja, para casarse por poderes con el Rey de Portugal.
La calle finaliza en la Plaza Mayor. Centro neurálgico de la ciudad es el meollo de todos los acontecimientos que se llevan a cabo en la misma, como el mercado de frutas y verduras de los martes, el festival Folk de agosto, las ferias y fiestas de junio o simplemente unas cañas a mediodía.
En la Plaza Mayor porticada destaca sobre lo demás el Ayuntamiento. Su fachada ha sufrido cambios a lo largo de los años, en algunos bares hay fotos antiguas de Plasencia que muestran sus diferencias. Del S. XVI, posee doble arcada renacentista con el escudo de Carlos V en uno de sus costados.


Lo más famoso del edificio es el “Abuelo Mayorga”. Un muñeco que de dedica a dar las horas desde 1.723. Se encuentra junto a la campana y se supone que se regaló a la población con la compra de esta.
Atravesamos la plaza para dirigirnos a la Iglesia de San Esteban, donde se casó el poeta extremeño Gabriel y Galán. Del S. XIII posee ábside de estilo gótico y retablo plateresco. En una de sus puertas está el Corral de los Alcaldes, que es donde se llevaban a cabo los juicios.


Plasencia está llena de iglesias, conventos, palacios y casas solariegas.
Rodeando el Mercado de Abastos, a nuestra izquierda tenemos el Convento de las Dominicas o de la Encarnación. Construido en 1.573, originalmente fue casa solariega, pasando en 1.579 a la Orden de Santo Domingo. En el interior tenemos un bonito retablo de la Asunción, el Cristo de la Victoria y a Santo Domingo de Guzmán. Las monjas de clausura que lo habitan realizan unos magníficos dulces que podemos comprar en la entrada de la calle de la Encarnación, paralela a la que nos encontramos.


En la misma calle, un poco más adelante, tenemos el Convento de las Claras, actualmente Centro Cultural, del S. XV, resaltan su portada de arco conopial hispanoflamenco, la capilla, el claustro y el impresionante artesonado mudéjar.
La calle finaliza en la Plaza de la Catedral.
El edificio grande que ocupa casi toda la manzana, de formas austeras, herrerianas, es el Seminario Mayor. El Menor, situado en la calle Las Peñas ha sido restaurado recientemente recibiendo un gran número de premios.
Y por fin la Catedral. El símbolo más representativo de la ciudad. Parte gótica, parte románica. La antigua catedral, hoy denominada Santa María, se fue demoliendo a medida que avanzaba la construcción de la nueva. Esta nunca llegó a completarse, por lo que la actual catedral de Plasencia es una siamesa entre la antigua románica y la nueva catedral gótica. Todo esto se aprecia perfectamente tanto en el exterior como en el interior.
La Catedral Nueva, gótica, comenzó su construcción en 1.498 y terminó en 1.578, lo de terminó es un decir, porque nunca se completó. En ella intervinieron los mejores arquitectos de la época. Destacan las dos portadas platerescas que posee, la realizada por Juan de Álava en 1.558 carece de muchas de las esculturas que debía ostentar sin restarle belleza y la del Enlosado es obra de Diego de Siloé.


El interior presenta tres naves de igual altura en las que los nervios de los capiteles comienzan en su base y se elevan hasta el techo formando una espectacular bóveda de estrella. El retablo representa uno de los más bellos exponentes del barroco español, con una imagen de madera del S. XIII de la Virgen del Sagrario, con tallas de Gregorio Fernández y pinturas de Francisco de Ricci, Luis Fernández y Mateo Gallardo.
No hay que olvidar tampoco el órgano y el retablo lateral obra de los hermanos Churriguera que alberga una imagen yacente de la virgen dentro de una magnífica urna de madera con incrustaciones de concha y plata.
La catedral termina precisamente en uno de sus mayores tesoros, la reja del coro de estilo plateresco protege la magnífica sillería realizada por el Maestro Rodrigo Alemán. Tallada en madera de nogal es uno de los mayores exponentes del arte en madera. Realizada para la Catedral Vieja se trasladó a la nueva en 1.567. Sus reposabrazos y respaldos están finamente labrados y muchos de ellos representan escenas escasamente relacionadas con la religión, ya que entre las escenas de la Biblia se cuelan otras relativas a los oficios, la naturaleza, las costumbres de la época y otras burlescas, satíricas, obscenas y escatológicas.
Esto nos lleva a la leyenda del “Ícaro de Plasencia”. Cuentan, que precisamente por tallar semejantes escenas deshonrosas en la sillería de la catedral, Rodrigo Alemán fue enclaustrado en una de sus torres. Su ingenio le llevó a construirse unas alas con estructura de madera y las plumas de las palomas que visitan la catedral. Así, cual Ícaro, Rodrigo se lanzó de la torre para librarse de su cautiverio. Unos dicen que sobrevivió a la caída y otros que murió en El Cachón al estrellarse con su artilugio, nunca lo sabremos.
La Catedral Vieja, denominada actualmente de Santa María, comenzó a construirse en el S. XIII, comenzada en el románico por Juan Francés, nos ofrece una bella portada con arco de medio punto bellamente decorado con motivos florales y figuras antropomorfas, por encima posee una hornacina con imágenes representando la anunciación.  El rosetón de su frente se restauró en mármol translúcido para dejar pasar la luz.


En el claustro, símbolo de perfecta unión entre las dos catedrales y los dos estilos arquitectónicos, tenemos la capilla de San Pablo, antigua sala capitular y conocida como la Torre del Melón. Denominada así por encontrarse bajo el cimborrio, el mismo que la hermana con las catedrales de Zamora, Toro y Salamanca, por su estilo bizantino y la decoración exterior en forma de escamas.


Junto a la puerta de Santa María está el Palacio Episcopal. En su exterior destacan las chimeneas retorcidas de la cubierta en contraste con la sobriedad de Santa María y su portada renacentista, y en el interior su patio con arcos y balcones y el estilo colonial de su parte posterior.


Al otro lado del Callejón del Obispo tenemos el Hospital de Santa María, con portada renacentista, actualmente se usa como Conservatorio de Música y Escuela de Bellas Artes aprovechando como salón de actos la antigua capilla con el bello artesonado que posee.
En la esquina de la Plaza de la Catedral con la calle Blanca tenemos la Casa del Deán, del S. XVII, destaca el balcón en ángulo de su fachada de estilo neoclásico con el escudo de sus propietarios los Paniagua y su portada adintelada con columnas toscanas. Actualmente y unida a la Casa del Doctor Trujillo se ubican en su interior las dependencias del palacio de Justicia.


La Casa del Doctor Trujillo de estilo gótico posee una torre con ventanas trilobuladas y conopiales y armónica galería de arcos escarzanos.
Seguimos andando por la Calle Blanca y cruzamos la calle Trujillo, al final de la cual tenemos otra puerta de la muralla, la del Cañón de la Salud o puerta Trujillo, singular precisamente, ya que la Ermita de la Virgen de la Salud, de estilo colonial, se encuentra sobre ella.
Al terminar la calle Blanca haciendo esquina tenemos la única torre de la Casa de las Dos Torres o Palacio de Monroy, la casa palaciega más antigua de Plasencia. Con fachada a la Plaza de San Nicolás. Se trata de uno de los palacios más representativos de la ciudad junto con el de Mirabel. La otra torre de la edificación se derrumbó en 1.913 por los desperfectos sufridos en el terremoto de Lisboa de 1.755.


Construida en el S. XIV en estilo románico, conserva su portada neogótica guarnecida por dos leones. Aquí nació María Rodríguez de Monroy, conocida como María la Brava que mató a los asesinos de sus hijos y paseó sus cabezas por las tierras de Extremadura (podéis leer su historia en la entrada de Salamanca).
Frente a la casa de las Dos Torres tenemos las traseras de la Iglesia de San Nicolás. Cuenta la leyenda que las malas relaciones entre las familias de la Casa de las Dos Torres y del Palacio de Mirabel ordenaron la construcción de esta iglesia para evitar verse.


Accedemos por la Plaza de San Vicente Ferrer. Junto a la fuente y justo enfrente tenemos el Palacio de Mirabel, siguiendo su fachada a la izquierda esta se funde con la Iglesia de San Vicente Ferrer, comúnmente conocida como Santo Domingo. Construida por los Zúñigas en el S. XV en estilo gótico, su portada clásica del S. XVII nos recibe con cuatro columnas de estilo corintio.


Se trata de una de las Iglesias más grandes de Extremadura y las capillas laterales de su interior albergaban los mausoleos de las familias más importantes de la ciudad.
Lamento decir que el precioso retablo manierista de su interior así como la cubierta y las vidrieras de sus ventanas presentan un estado lamentable, con abundantes humedades que se cuelan por la bóveda y las palomas por los huecos de las ventanas por lo que su interior está bastante deplorable. Una pena que se dejen perder semejantes monumentos en una ciudad que pretende ser patrimonio de la humanidad y a la Iglesia de Santo Domingo le agrego la Casa de las Dos Torres o el Palacio de Carvajales-Girón, por poner otros ejemplos de edificios emblemáticos en deterioro. Sé que en la sacristía de Santo Domingo había un altar de azulejos talaveranos de gran belleza, la última vez que entré en la iglesia no pude acceder a la sacristía, pero viendo el estado en el que se encuentra el edificio no sé ni siquiera si se conservará. 
Pegadita a la entrada de Santo Domingo tenemos el acceso al Parador, antiguo Convento de los Dominicos. No se lo pierdan. La reforma es espectacular y la visita al interior obligatoria.
Situado sobre la antigua sinagoga de Plasencia, es una delicia pasear por su claustro isabelino y admirar la belleza de su artesonado mudéjar, los esgrafiados y las pinturas murales de sus paredes repletas de puertas y ventanas con bellos dinteles labrados en la piedra.


En la cafetería se encuentra la famosa escalera volada o al aire, que según cuenta la leyenda los propietarios se negaron a pagar al maestro cantero Juan Álvarez, ya que realizada por completo en granito, sobre arcos irregulares y desiguales y al no encontrarse apoyada en ningún pilar central, alegaban que se caería. El arquitecto les dijo que no lo haría y como prueba no les iba a cobrar la escalera, que volvería diez años después y si la escalera seguía en pie procedería a su cobro. Volvió diez años después, cobró incluidos intereses y ahí sigue la escalera.
Destacan también la sala capitular con bóveda de crucería estrellada de ocho puntas y el refectorio.
La construcción de la Iglesia y Convento de San Vicente Ferrer se debió, según cuenta la leyenda al milagro producido en la familia de los Duques de Plasencia. Cuando al morir Don Juan de Zúñiga, único varón de Álvaro de Zúñiga y Leonor de Pimentel, con solo 12 años de edad, la madre severamente afectada por la muerte de su hijo le reza con fervor a San Vicente Ferrer y le promete una Iglesia y un convento para su orden si el niño resucita, cuando poco después, a punto de enterrar el cadáver, el niño vuelve a la vida, se produce el ansiado milagro y la Duquesa cumple su promesa.
Dejamos el Convento de los Dominicos y volvemos por el mismo camino hasta la Plaza de San Vicente Ferrer donde nos introducimos por el cañón de nuestra izquierda para acceder al Palacio de Mirabel


Construido al igual que la Iglesia y Convento de Santo Domingo por los Duques de Zúñiga en el S.XV, los tres edificios se encuentran totalmente unidos. De estilo renacentista, con patio neoclásico de modelo italiano, posee un balcón plateresco y jardín vertical con esculturas y piezas arqueológicas romanas. En el interior se puede visitar el museo de caza y el de carrozas.


Continuando por el callejón nos adentramos en el Barrio Judío, este rodea todo el conjunto de edificios que hemos visto antes, ya que para la construcción del Convento y la Iglesia de San Vicente Ferrer se expropiaron los terrenos de la Sinagoga y parte de la aljama judía. Con sus calles estrechas y empedradas llegamos al final de la Calle Emparrillas a la Puerta de Berrozana otra de las puertas de la muralla que se conservan, poseía dos cubos en el exterior del que solo tenemos uno y presenta en su parte superior el escudo de los reyes Católicos junto a la imagen del arcángel San Miguel. 
En la otra punta de la Calle Berrozanas la Casa de los Grijalva o Palacio Almaraz, de finales del S. XVII con fachada herreriana nos muestra el escudo nobiliario de la familia desde la parte superior de su balcón adornado con columnas jónicas.


A nuestra derecha en la Calle de los Quesos tenemos el Convento de las Capuchinas.
Fundado en el S. XVI podemos encontrar en su interior una interesante colección de pintura e imaginería del S. XVII atribuidas entre otros a Francisco de Ricci o Gregorio Fernández. Como curiosidad la devoción que tiene el niño Jesús “el cubanito”, dentro de una bonita urna de cristal, lo trajo al convento desde su país natal Sor María Ana, del cual se dice que se escapaba de donde estaba guardado y aparecía en la habitación de la monja y que tenía los brazos cerrados sobre el pecho, pero que un día fue a bendecir y así se quedó, tal y como lo observamos en la actualidad.
Subimos la Calle del Verdugo hasta la Calle San Ildefonso que continuamos por la izquierda hasta el Convento de las Idelfonsas, que alberga a una comunidad de monjas de clausura, data del S. XV con bello retablo barroco y mausoleo con estatua orante del Coronel Cristóbal de Villalba.


La Calle Sancho Polo nos lleva a la Plaza del Salvador con la Iglesia del mismo nombre en su centro.
La Iglesia del Salvador, se edificó en el S. XIII, del cual preserva su estilo románico, presente sobretodo en la cabecera semicircular y en la torre de campanas, pero las siguientes reformas posteriores la han cambiado en exceso.


En la misma plaza está el Convento de las Carmelitas, actualmente vacío, se fundó en el S. XVII por Santa Teresa de Jesús. La portada es barroca clasicista y tiene prevista su restauración, pero…
Bajando la Calle Santa Ana, volvemos a la Plaza Mayor por la Calle Pedro Isidro y nos vamos de cañas.

Fecha de visita: Abril 2011

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