15 abr 2011

SALAMANCA

- CAMINO:
Su tamaño es perfecto para vivir. El clima es caluroso en verano y en invierno hace un frío que pela, pero siempre hay gente en la calle. Es famosa por su ambiente estudiantil, tanto nacionales como venidos de otros países y eso le otorga un ambiente siempre especial.
Con un pasado que se remonta al S. III a.C. cuando el cartaginés Aníbal sitia Helmántica, la antigua Salamanca, ya se puede prever lo que esta magnifica ciudad nos puede aportar en cuanto a tradición y patrimonio.
La conversión de las Escuelas Catedralicias por parte de Alfonso X el Sabio, en  1.253 en Universidad le otorgó definitivamente su importante participación en la historia de España. Actualmente posee dos universidades, la Universidad de Salamanca, pública y la Universidad Pontificia, privada, dependiente de la Iglesia Católica.


Todo el centro es peatonal así que hay que salir a andar.
Comenzamos el paseo en la Plaza Mayor. Emprende su obra en 1.724 Alberto de Churriguera y la termina Andrés García de Quiñones. Se realizó sobre la antigua Plaza de San Martín, mucho, muchísimo más amplia que la actual, por lo que se la conocía como “la plaza más grande de la cristiandad”, ya que ocupaba el espacio actual más las plazas del Mercado, la del Corrillo y la del Poeta Iglesias. En estilo barroco se realizó al uso de la época, similar a las de Madrid o Valladolid. Su perfecta armonía te rodea, sus balcones, el reloj del Ayuntamiento y los famosos medallones que sobresalen en las enjutas de los arcos con las efigies de reyes, héroes, santos y demás personajes famosos. El más “visitado”, por así decirlo, es el de Franco, al final han tenido que hacerlo de plástico porque había que restaurarlo cada dos por tres. En invierno hay que tener cuidado con el hielo del suelo ya que en la zona de umbría puede durar todo el día.


Nos dirigimos hacia la Rúa Mayor por la Plaza del Corrillo. En esta misma plaza, nada más salir de la Plaza Mayor, tenemos la Iglesia de San Martín.  Románica, su construcción data del S. XII, posee dos puertas accesibles, una a la Plaza del Corrillo, de estilo románico y otra a la Rúa, renacentista. La iglesia poseía una puerta central que actualmente no tiene acceso exterior, ya que la ocupa la Capilla del Carmen. Su interior es oscuro, invadido por una luz tenue, destaca el retablo mayor, obra de José Joaquín de Churriguera.
El la Rúa Mayor el color de Salamanca se comienza a apreciar, las fachadas están recubiertas de piedra de Villamayor. Casi toda la ciudad posee los edificios aplacados con esta piedra, lo que le da la belleza y la armonía del conjunto bien edificado.
A mano derecha nos aparecerá más adelante la Casa de las Conchas y la Clerecía, pero volveremos más tarde.
La Rúa Mayor, ya transformada en la Calle Cardenal Pla y Daniel se abre en una amplia plaza ajardinada, la Plaza de Anaya, para mostrarnos su Catedral.
En realidad son dos catedrales, la vieja y la nueva.
La Catedral Vieja de estilo románico denominada Catedral de Santa María, se encuentra pegada a la nueva por su lateral y por suerte no se llevó a cabo su demolición, excepto la torre campanario, ya que necesitaban un lugar de culto mientras se realizaba la nueva. En el interior destaca su impresionante retablo, del S. XV, atribuido a Dello Delli, presenta una importante influencia italiana y lo preside la Virgen de la Vega, patrona de la ciudad. Se encuentra coronado con un magnífico fresco que representa el juicio final.
Hay que asomarse sin falta en el Claustro, a alguna de las capillas que alberga en su interior, como la Capilla de San Martín o del aceite y ver las pinturas murales, realizadas por Antón Sánchez de Segovia, de sus paredes. En la Capilla de Talavera los nervios se juntan en la bóveda formando una estrella de ocho puntas de clara influencia musulmana, algo muy extraño en una época tan temprana. La Capilla Anaya, donde se encuentra el panteón de la familia y una bella reja gótico-renacentista. Y la Capilla de Santa Bárbara que es donde los estudiantes realizaban los exámenes finales.
La Catedral Nueva, llamada de la Asunción de la virgen, con la bella fachada principal con motivos hispano-flamencos, por la Calle Cardenal Pla y Daniel, da su mayor perfil a la Plaza Anaya. Realizada entre 1.513 y 1.733 es de estilo gótico tardío en su mayor parte.
Ha sufrido varias reformas a lo largo de los siglos. Durante el terremoto de Lisboa de 1.755 hubo que reforzar el campanario, que se había construido sobre la torre de la Catedral Vieja, el cual todavía presenta una inclinación apreciable. Este suceso se conmemora todos los 31 de octubre, en los que el Mariquelo sube a la torre a tocar las campanas. En este mismo terremoto se dañó el cimborrio original y se sustituyó por uno neoclásico.
La portada de la Plaza de Anaya se restauró hace unos años incluyéndose en la misma un astronauta, varios animales y un monstruo comiendo un helado. Hace poco algún fanático atacó el astronauta, a saberse por qué y se ha tenido que restaurar.


La decisión de realizar una Catedral Nueva se debió al aumento de población que experimentó la ciudad debido a la Universidad. El interior es elevado, alto y limpio. Las capillas laterales se encuentran a menor altura que el centro lo que no le resta amplitud a sus formas. La Capilla Mayor carece de retablo y está presidida por la Virgen de la Asunción, la Capilla Dorada posee más de 100 pequeñas estatuillas doradas y el coro es una virguería barroca debida a los Churriguera.


Rodeamos la Catedral bajando por la Calle Tentenecio  y giramos a la izquierda en la Calle del Expolio. El alcalde le cambió el nombre en 2.006, cuando por fin y tras varios meses, en los cuales la calle estuvo en supuestas obras, un camión con “nocturnidad y alevosía” se llevó los “Archivos de la Guerra Civil”, recogidos en el edificio del Colegio de San Ambrosio, a Cataluña.
En la Calle del Expolio está la Casa Lis, Museo de Art Nouveau y Art Déco. Ejemplo perfecto de palacete modernista, las traseras poseen una cristalera bellísima que destaca en el perfil de piedra de Villamayor de la ciudad. Terminó su construcción en 1.905, destacan su fachada de la Calle del Expolio, su patio interior, cubierto posteriormente con una magnifica vidriera, con sus puertas coronadas con motivos frutales y el uso del hierro en los dos niveles que lo forman. Y sobretodo su fachada posterior, con tres cuerpos, siendo el inferior una amplia escalera doble que culmina en una amplia terraza y por encima dos galerías de hierro y cristal que inundan el museo de luz.
Entramos en la Casa Lis (3,00 € p.p.), la exposición itinerante trataba del toreo, pinturas, dibujos y grabados en la obra de Picasso. La fija, una fantástica colección de objetos Art Nouveau y Art Decó, fue donada por Manuel Ramos Andrade a Salamanca y está formada por esculturas, juguetes, fotos, postales, joyas y muebles, así como una gran cantidad de muñecas francesas y alemanas de todas las épocas que dan verdadero miedo. Destacan las obras en vidrio, las criselefantinas y las joyas.


La arquitectura modernista del edificio, sobretodo su vidriera trasera merecen la pena y si te apasiona el mundo de los muñecos de época es el lugar perfecto.
Continuando nuestro paseo y rodeando la catedral llegamos al Patio Chico, donde nos encontramos con una de las puertas de la misma, en este lugar observamos una buena panorámica del conjunto de catedrales, coronada por el perfil del cimborrio de la nueva y la torre del Gallo, rematada en un original relieve de escamas que la hermana con las catedrales de Plasencia, Zamora y Toro.


Pasada la puerta cogiendo la Calle Arcediano vemos el acceso al Huerto de Calixto y Melibea. El Huerto, lugar donde se desarrolla La Celestina, es un jardín con árboles frutales y plantas olorosas sobre una de las alturas de la cuidad y junto a los restos de la muralla. Posee una bonita vista y puedes encontrar a parejas haciendo arrumacos, poetas recitando o guitarristas flamencos entonando una bulería.
Por la Calle San Vicente Ferrer volvemos a la Plaza de Anaya y frente a nosotros tenemos el Colegio de Anaya o de San Bartolomé, de estilo neoclásico, posee una soberbia fachada con escalinata e imponentes columnas rematadas en un frontón, fue centro neurálgico de la Universidad al constituirse en 1.401 como uno de los primeros colegios mayores de España.


Cruzamos la plaza para seguir por la Calle Libreros, a medio camino la calle se abre en una pequeña plaza, es el Patio de Escuelas y está presidida por la estatua de fray Luís de León. La famosa fachada plateresca de la Universidad da a esta placita. Hay que pararse a admirar sus relieves y filigranas, divididos en dos temas, los vicios a la izquierda y las virtudes a la derecha. Y por supuesto hay que buscar la famosa rana, como cuenta la leyenda quien no la encuentra no acaba los estudios. Aunque en realidad es un sapo, símbolo de la lujuria, entonces si la encuentras es que encuentras… Bueno, ahí lo dejo, no pienso dar pistas de donde está.


En la placita está el acceso a las Escuelas Menores. Un pequeño túnel nos lleva hasta el patio de arcos mixtilíneos, si está abierto merece la pena entrar en él, es un punto de paz y tranquilidad en el bullicio de la siempre activa Salamanca.


Continuamos la calle Libreros hasta la Clerecía.
De estilo barroco se comenzó a construir en 1.617 como colegio de los Jesuitas bajo la protección de Doña Margarita de Austria, se terminó en 1.760 y actualmente es la sede de la Universidad Pontificia.
Para la construcción del conjunto pontificio se demolieron numerosas casas e iglesias de la zona salvándose la Casa de las Conchas de puro milagro. Su construcción la comenzó Juan Gómez de Mora y la terminó Andrés García de Quiñones, que aprovechó las dos torres que formaban parte del proyecto del edificio del Ayuntamiento de la Plaza Mayor, para colocarlas como remate de la fachada barroca de la Clerecía. Y del mismo estilo arquitectónico hay que destacar el claustro de su interior, considerado obra maestra del barroco, constituido por tres cuerpos enmarcados en una gran monumentalidad columnaria.
La iglesia posee una única nave con la magnífica cúpula iluminándola desde lo alto, se llevó a cabo siguiendo el modelo de El Gesú, de Roma.
En frente de la misma tenemos la Casa de las Conchas. Denominada así por la decoración de su fachada cuenta la leyenda que tras una de las conchas se encuentra un tesoro, pero ¡ay del que quite alguna para buscarlo!
De estilo gótico con motivos platerescos, su construcción es del S. XV, en su fachada, a parte de las 300 conchas de Santiago que la decoran, hay que fijarse en las ventanas góticas, todas diferentes y en sus rejas. En el interior alberga la biblioteca pública y es de especial interés su patio, con una simbiosis perfecta en su mezcla de estilos y un bellísimo artesonado. 


Bajamos la Calle Compañía hasta la Calle Ramón y Cajal donde nos topamos con el Palacio de Monterrey, propiedad de la Duquesa de Alba. De estilo renacentista llaman la atención la decoración plateresca de las torres y la crestería decorada con figuras humanas, animales y vegetales, que corona el muro de su fachada. Como anécdota, en este edificio vivió y murió Diego Torres Villarroel, uno de los personajes más interesantes de la historia de España. Frente al palacio tenemos el Convento de las Agustinas y la Iglesia de la Purísima, no se pierdan el cuadro de La Inmaculada, obra de José Ribera que preside el retablo mayor. 


Atravesando la Plaza Monterrey llegamos a la Calle Bordadores, que se abre en forma de plaza y en la que nos encontramos en medio de ella a Unamuno guardando las traseras del Convento de las Úrsulas. Está frente a la que fue su casa y la Casa de las Muertes con sus calaveras en la fachada plateresca.




El Convento de las Úrsulas alberga en su iglesia, a los pies de la capilla mayor el sepulcro en mármol blanco que Diego de Siloé realizó para Alonso de Fonseca, fundador del convento en 1.516. 


Continuamos por la Calle Crespo Rascón, giramos en la Calle Santa Teresa a la derecha y aterrizamos en la Plaza de los Bandos. Esta plaza debe su nombre a una de las mayores reyertas que se produjeron en la ciudad de Salamanca. Dos familias de la nobleza se disputaban el derecho a gobernar la ciudad, el Bando de San Benito y el Bando de Santo Tomé. En un juego de pelota, los de San Benito mataron a los hijos de Doña María de Monroy, originaria de Plasencia y del bando de Santo Tomé. Doña María persiguió a los asesinos de sus hijos, los mató y los decapitó, volvió recorriendo los campos de Portugal, Extremadura y Castilla mostrando las cabezas de los asesinos de sus hijos y las depositó finalmente sobre sus sepulturas.
La Casa de María la Brava, que así pasó a llamarse Doña María de Monroy, se encuentra en esta plaza. Del S. XV solo conserva su fachada.
Volvemos a la Plaza Mayor por la Calle Zamora y la atravesamos para salir por la Plaza del Poeta Iglesias y continuar por la Calle San Pablo.
Bajando la Calle San Pablo tenemos el Palacio de la Salina o de Fonseca, edificio renacentista, del S. XVI, debe su nombre a que fue utilizado como depósito de sal, en el interior del patio, a mano derecha, tenemos una estrecha escalera que nos conduce a una estancia inferior que era el almacén donde se guardaba la sal. Su fachada posee esculturas en relieve pero sobretodo llama poderosamente la atención su patio, en lo alto, las ménsulas que sujetan la galería de madera superior, poseen formas antropomorfas monstruosas, retorcidas, es curioso de ver.
Bajando por la Calle Juan de la Fuente nos encontramos con dos conventos, el Convento de las Dueñas y el Convento de San Esteban.
El Convento de las Dueñas, fue construido en el S. XV a partir de un palacio mudéjar, posee una portada plateresca, una iglesia gótica y un claustro renacentista, así que la mezcla de estilos y de diferentes épocas de construcción hicieron que el destacado claustro tenga forma de pentágono, ya que hubo que adaptarlo a las edificaciones ya existentes. En el bello patio destaca la galería superior, realizada primorosamente con abigarrados relieves escultóricos con todo tipo de temas y asuntos.
En frente tenemos el Convento de San Esteban y su esplendorosa fachada. Verlo al atardecer le da un precioso color naranja a una de las joyas del plateresco salmantinas. Bajo un arco triunfal la fachada está labrada a modo de gigantesco retablo con el martirio de San Esteban como centro. La iglesia gótica, propiedad de los Dominicos, fue erigida entre 1.524 y 1.630, en una sola nave para favorecer la predicación. Dentro de la misma destaca el recargado retablo mayor, obra de José de Churriguera y como curiosidad voy a nombrar la figura de la Virgen de la Esperanza, ya que hace unos años, los cofrades enviaron esta imagen de virgen dolorosa a restaurar y les devolvieron una virgen de estilo sevillano de grandes ojos y pesadas lágrimas. Pues sí, a la imagen le hicieron un lifting que no gustó nada a los devotos, creando en la hermandad gran controversia ya que muchos cofrades se negaban a sacarla en procesión.


Es una obligación volver a la Plaza Mayor y verla de noche, en invierno una neblina producida por el frío lo cubre todo y la iluminación de la Plaza le da un aire fantasmal. Me encanta.
Fecha de visita: Agosto 2010

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