Ciertas
circunstancias ajenas a nosotros hicieron que llegáramos a Nájera más tarde de lo que nos hubiera gustado y que dispusiéramos
de muy poco tiempo para ver la población.
Dejamos
el coche en el parking que hay junto a la estación de autobuses y cruzamos el
río Nejerilla por la pasarela peatonal para acercarnos al barrio viejo.
Esta zona
de la población se encuentra encajonada entre el río y la montaña. La misma
montaña es testigo de un pasado de la cuidad que se remonta a la Edad de Bronce
por los yacimientos encontrados.
Por ella
pasaron romanos y musulmanes, bajo cuyo dominio se alzó el castillo y a ella se
traslada a vivir el Rey García Sánchez creando el Reino de Nájera-Pamplona.
Es
curioso que con un pasado tan extenso y prolífico Nájera sea tan escasa en
monumentos de internes.
Podemos
ver el Museo Najerillense y las Iglesias de Santa Elena y Santa Cruz, esta última de 1.587,
sufrió varias obras complementarias en años sucesivos y está declarada Monumento
Nacional.
También
son de interés lo que queda del Castillo
y del Alcázar, la única puerta
que se conserva de la Muralla y las Cuevas, las cuales fueron ocupadas por
anacoretas.
Pero el
edificio mas importante de Nájera es el Monasterio
de Santa María la Real (3,00 € p.p.).
Según la
leyenda, el Rey García Sánchez en una de sus salidas a caballo para una jornada
de caza, vio una perdiz y rápidamente soltó a su halcón que voló en su
persecución. El Rey perdió de vista las dos aves y se internó en el bosque en
su busca topándose con una cueva en la que encontró una imagen de la Virgen con
el niño. Esta se encontraba sobre un altar iluminado con una lámpara, una peana
con una campana, un ramo de azucenas y las dos aves estaban tan tranquilas a
sus pies.
Don
García, aconsejado por su mujer, comenzó las obras del Monasterio en 1.045.
Pasa por
varias congregaciones hasta la desamortización de Mendizábal donde sufre un
gran deterioro.
El
exterior se nos muestra semejante a una fortaleza, con contrafuertes
cilíndricos.
Tras la
taquilla, lo primero que nos encontramos es la Puerta de Carlos I, del gótico flamígero es llamada así en
agradecimiento por las ayudas recibidas para su construcción, está coronada por
una gran cúpula de media naranja que cubre también una bella escalera
renacentista.
La puerta
nos llena al Claustro de los Caballeros,
realizado entre 1.517-1.528 en estilo gótico-plateresco. Posee 24 arcos, cada
uno de ellos modelado de una manera diferente y sostenido por tres pequeñas
columnas.
Destacan las tumbas de sus paredes las cuales le dan el nombre al
claustro, ya que muchos nobles eligieron este lugar para ser enterrados y por
encima de todas la Capilla de Doña
Mencía López de Haro.
El claustro
fue utilizado como cárcel, almacén de obras públicas, plaza de toros, teatro,
cuartel, escuela… lo que hizo que sufriera gran deterioro y posteriormente una
polémica reforma.
No olviden pararse a admirar la Puerta del Árbol del Bien y
del Mal que da acceso al jardín central y que está realizada con una finísima
obra de cantería.
Una puerta
de nogal de estilo plateresco nos da acceso a la Iglesia. Edificada en 1.422 en estilo gótico florido, posee tres
naves y crucero.
El Retablo del Altar Mayor se realizó en
1.690 y está primorosamente recargado. En el centro posee la imagen de Santa María La Real del románico
riojano rodeada por los objetos junto a los que se encontró en la cueva, presenta
al niño bendiciendo al pueblo y que posee gran simbolismo místico y esotérico.
Al fondo
de la iglesia el Panteón Real
precede a la cueva. Las arcas funerarias renacentistas con motivos platerescos
albergan a los reyes de dos dinastías del reino de Nájera-Pamplona.
La
entrada a la Cueva está flanqueada
por las estatuas orantes de Don García y Doña Estefanía.
Y dentro,
colándonos en la mismísima montaña encontramos reproducida la estampa que Don
García se encontró según la leyenda. Presidida por una talla gótica del SXIII
de la Virgen de la Rosa tenemos la campana, la lámpara y el jarrón con azucenas.
La imagen original es la que se encuentra en el retablo mayor de la Iglesia.
A la
izquierda del panteón real está el de los infantes donde destaca el sepulcro de
Doña Blanca de Navarra, el único
original del conjunto y a la derecha, una estrecha escalera de caracol nos sube
a la Sillería del Coro.
Atribuida
a los hermanos Amutio sobre 1.493, se trata de una fantástica obra del gótico
florido con sus respaldos todos diferentes, labrados con motivos religiosos,
profanos, los distintos oficios, monstruos, decoración vegetal y geométrica… Es
impresionante, recomiendo pararse a observar los detalles. Está presidido por
una estatua de Don García sobre la silla abacial.
Abandonamos
el monasterio sin tiempo para ver las Iglesias y el Museo. Dimos un pequeño
paseo y cruzando de nuevo el río y su bonito parque fluvial volvimos al coche
para dejar Nájera.
Fecha de visita: Noviembre 2012
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