Se dice
de Toledo que es mezcla de culturas,
que en ella se unen en hermandad las tres religiones, musulmanes, judíos y
cristianos, pero no se engañen, estas tres culturas nunca se han llevado bien,
ni siquiera en Toledo.
Pero eso
no quita que el legado que les han dejado en la ciudad deje estupefacto a
cualquiera.
A nuestra
llegada decidimos pasear sin rumbo fijo, evitar mirar el mapa y perdernos en
tan maravillosa localidad.
Merece la
pena avanzar con lentitud por sus callejones estrechos y sinuosos para no
perder detalle de todo lo que encontremos a nuestro alrededor. No olviden
fijarse en los dinteles de las puertas, los arcos ojivales, los artesonados,
los llamadores, las jambas de las ventanas… Tiene tanto que ver y tanto que
recorrer que se difícil no quedarse embobado.
Tras
callejear sin un destino fijado, solo por el placer de pasear y subir y bajar
angostas calles rodeados de piedra, dejamos para el día siguiente la visita de
algunos de los monumentos más significativos de las tres culturas.
Nos
levantamos temprano para comenzar la visita por la Plaza del Ayuntamiento rodeados por este, el Palacio Episcopal y la Catedral
Primada.
Rodeando
el Ayuntamiento por el Pasaje del
Consistorio, se trata de un callejón cubierto con una puerta al fondo que nos
lleva hasta el Convento de Santa Úrsula
y la Calle del mismo nombre. Recorremos la vía de nuestra derecha para girar en
la Calle Taller del Moro.
La
primera calle a nuestra derecha nos lleva hasta la Plaza del Conde, pero si nos
desviamos a nuestra izquierda un ratito, tendremos desde el paseo San Cristóbal
unas bonitas vistas de la ciudad.
En la
Plaza del Conde tenemos el Palacio de
Fuensalida y la Iglesia de Santo Tomé, lugar de nuestra primera parada.
En la
ventanilla nos aprovisionamos de unas pulseras de un horroroso color naranja
butano que nos permite por 8,00 € la visita de seis monumentos:
-
El entierro del Señor de Orgaz
-
Mezquita del Cristo de la Luz
-
Sinagoga de Santa María la Blanca
-
Iglesia del Salvador
-
Iglesia de los Jesuitas
-
Monasterio de San Juan de los Reyes
Entramos
para deleitarnos un momento con el magnífico cuadro del “Entierro del Señor de Orgaz” de El Greco.
Situado
sobre la austera tumba del Conde, el cual fue Conde ya muerto, representa el
milagro ocurrido durante el entierro de este, ya que tras intentar enterrarlo
en la Iglesia de San Esteban, desde Santo Tomé dijeron que San Agustín y el
mismísimo San Esteban vinieron a enterrarlo donde el Señor de Orgaz había
estipulado, ya que fue mecenas del templo.
Al pintor
de moda de la época Domenico Theotocopulli, le pidieron que inmortalizara la
escena. En un cuadro atiborrado de gente y divido en tres cuerpos, dos
personajes miran al espectador, El Greco y su hijo Jorge Manuel. Admiradlo y
disfrutad del momento.
Subimos
la Travesía del Conde para entrar en la Iglesia
de Santo Tomé.
Ocupó una
mezquita y se reedificó en el S. XIV, aunque se ha seguido remodelando según
los gustos de cada época. La torre mudéjar posee dos niveles de venos
enmarcados separados por arquillos ciegos con cerámica de Talavera.
Bajamos
la misma travesía de nuevo, continuamos por la Calle San Juan de Dios, cogiendo
el callejón de nuestra izquierda para rodear la Sinagoga del Tránsito y pasar por delante de la Casa Museo de El Greco.
Continuamos
por la Calle Reyes Católicos hasta la Sinagoga
de Santa María la Blanca, nuestra segunda parada.
Se cree
construida por Abraham Ibn Alfache a finales del S. XII. En el S. XV se
convirtió en iglesia y en 1.554 en beaterio para mujeres arrepentidas.
Covarrubias le reformó la cabecera creando las tres capillas cubiertas por
bóvedas aveneradas.
Declarada
Monumento Nacional, la blanca sinagoga con sus arcos ojivales rematados con
motivos geométricos, nos muestra un bellísimo arte mudéjar. Los bellos
capiteles finamente decorados, el friso calado por estrellas de ocho puntas,
conchas, volutas, piñas, vegetación… Se trata de alabar la belleza y
contemplarla.
El
retablo de Nicolás de Vergara el viejo y Bautista Vázquez no está, se encuentra
en la Iglesia del Salvador.
De la
sinagoga nos encaminamos al Monasterio
de San Juan de los Reyes.
Comenzaron
sus obras en 1.477 por el arquitecto Juan Guas y se terminaron en el S. XVI.
Durante la ocupación de Toledo por las tropas de Napoleón sufrió graves daños.
Los trabajos de restauración comenzaron en 1.883 y terminaron en 1.967.
Tras
bajar las escaleras de acceso a la antigua sacristía, una puerta coronada con
un esqueleto recostado nos introduce un uno de los más bellos claustros que se
pueden ver.
La planta
baja con 24 bóvedas de crucería de clara influencia mudéjar, posee su piedra
labrada con las más intrínsecas filigranas con motivo vegetales y animales. Las
estatuas de los más insignes clérigos lo rodean.
Las
ventanas ojivales del claustro rodean un jardín con diversos tonos de verde en
sus plantas y árboles.
El piso
superior, concluido en 1.526, posee arcos conopiales compuestos, mixtilíneos y
balaustrada de piedra. Destacan el artesonado de madera de alerce pintada y las
grotescas gárgolas.
Y ahora
viene la primera pega de las pulseritas.
No
pudimos ver la Iglesia porque había una boda y aunque hicimos tiempo no acababa
de terminar. Decidimos dejarla para el día siguiente, pero al día siguiente
descubrimos que el Monasterio está cerrado los domingos. Se supone que la
pulserita no caduca hasta que se rompe, no pudimos ver la iglesia en este
viaje, pero si fuera una tarjetita con banda, o recortable o con agujeritos,
podría volver y aprovechar para ver la iglesia.
Y no
cuento la comodidad, ya que la pulserita con la ducha, con determinada ropa y
con el pegamento es un verdadero engorro, sobretodo si eres alérgico al
pegamento… La idea es buena, pero hay mejores sistemas.
Y tras
este momento de pequeña protesta continúo.
Nos
dirigimos hacia la Calle del Ángel cuyo nombre le viene de un pequeño relieve
de un ángel que hay en una de las fachadas justo después de los baños. En la
calle encontramos el Convento de San
Antonio de Padua.
Seguimos
por la Calle Santo Tomé y nos adentramos al final de la misa en la Iglesia del Salvador.
Seguramente
la mas antigua de la ciudad, tal y como atestiguan los hallazgos arqueológicos.
En el
interior tenemos acceso a las excavaciones realizadas en el subsuelo que nos
han revelado el pasado morisco y visigodo de la construcción.
La planta
baja nos ofrece una pilastra visigoda, para algunos paleocristiana, una de las piezas
más antiguas que se pueden encontrar, con escenas de la vida de Cristo.
También
podemos acceder a la torre, de la cual se ha recuperado el paramento visigodo y
admirar las vistas.
Justo en
frente cogemos la Calle Rojas y giramos a la derecha en la Calle Alfonso XII hasta
la Plaza Padre J. de Mariana para entrar en la Iglesia de los Jesuitas o San Ildefonso.
Se inició
su construcción en 1.629 por el hermano jesuita Pedro Sánchez, siguiendo el
modelo del Gesú de Roma y se terminó en 1.765.
La
iglesia posee una única nave con capillas laterales que se comunican entre si.
Calada en
blanco, nada más entrar nos encontramos con el retablo en rojo de San Francisco
de Borja. Entre las capillas adyacentes
destacan las del Crucero, el bautismo de Cristo y San José y al fondo la de la
Virgen del Socorro, pintada en rojo sangre, que simboliza el amor de los
mártires, ya que se trata de una capilla-relicario, tal y como se puede ver en
el magnífico estuche de sus paredes.
El
retablo de la capilla principal destaca por sus tonos verdes y dorados con
pintura al fresco que representa el milagro de la Descensión de la Virgen y
está coronado por una impresionante cúpula.
Una
puerta en la zona de la izquierda nos lleva hasta el órgano de madera y de allí
a la torre de la derecha para admirar las vistas que de allí se contemplan de
la ciudad. Bajamos por la torre de la izquierda que es la que posee las
campanas y salimos de la iglesia.
Bajamos
la Calle Alfonso X El Sabio y continuamos por la Calle Alfileritos con una
imagen de la Virgen que le da nombre, a la cual las jóvenes le entregan
alfileres y horquillas para conseguir pareja. La imagen de la virgen, protegida
con un cristal, posee unos agujeros en el mismo para que puedan introducirlos.
Giramos a
la izquierda en la Calle Cristo de La Luz para entrar en la mezquita.
La Mezquita del Cristo de la Luz es el
edificio más antiguo de Toledo.
Fue
construida en el 999 según una inscripción que figura en su fachada.
Pequeña
de dimensiones pero de gran belleza, las cuatro columnas de su interior fueron
reaprovechadas, con cuatro capiteles visigodos diferentes sostienen bóvedas de
crucería califal excepto la central que se eleva en poco más que el resto
creando una linterna de base estrellada.
El ábside
de la cabecera se añadió dos siglos después en arte mudéjar. Se ha decorado con
un pantocrátor rodeado por tetramorfos y se conservan parte de las pinturas de
santas de las paredes para dotarla de un halo de cristiandad.
El jardín
donde diversas excavaciones han revelado una calzada romana, con una cloaca
debajo, un cementerio y la cueva de un ermitaño, nos lleva hasta el elevado
sobre la puerta del Sol y al final de la Calle la Puerta del Cristo de la Luz.
Subimos
la calle y frente a la mezquita tenemos una piedra blanca en el suelo que nos
indica donde se arrodilló el caballo del Cid para indicar al rey Alfonso VI que
tras un tabique se encontraba un cristo iluminado por una lámpara.
Volvemos
por la Calle Alfileritos y rodeamos la iglesia de San Nicolás por la Calle Cadenas, en la Plaza Roperías bajamos las
escaleras que nos llevan a la Calle Comercio, llena de tiendas para turistas
repletas del famoso acero toledano. Se pueden adquirir navajas, abrecartas,
yelmos y espadas, desde la Tizona a una catana.
Todo esto
mezclado con el típico toro y la muñeca vestida de flamenca para colocar encima
del televisor.
Al final
de la Calle Comercio, tras atravesar la Plaza Cuatro Calles, la Calle
Chapinería nos lleva a una de las puertas de la Catedral, con el mismo nombre,
o también denominada Puerta del Reloj,
por el objeto que la corona.
Y termino esta primera parte adentrándonos en la oscuridad de la Catedral Primada.
Y termino esta primera parte adentrándonos en la oscuridad de la Catedral Primada.
Fecha de visita: Abril 2011
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Actualización:
Nos encaminamos a Santo Tomé, estuvimos de nuevo en la Iglesia.
Encargo de los Reyes Católicos a Juan Guas en 1.476. De una sola nave, en estilo Isabelino, con coro elevado.
Que ha cambiado la iluminación de la Mezquita dándole un tono azul a las cúpulas que la hacen mas vistosas.
Esta
nueva visita a Toledo
comenzó en la Oficina de Turismo de la Plaza del Ayuntamiento para
informarnos de los horarios de los monumentos, precios y organizar la
nueva visita. Muchas de las cosas que decidimos hacer se parecían
mucho al viaje anterior, así que aunque pondré entradas nuevas voy
a actualizar también las anteriores.
Esta
vez comenzamos la ruta por la Iglesia
del Salvador en cuya
entrada compramos las pulseritas rojas de la vez anterior que por 8€
dan entrada a seis monumentos, los mismos que en el viaje de 2011.
La
Iglesia del Salvador,
nos permitió la vista de su memorable columna.
Subimos a la torre.
Y observamos algún cambio en la zona interior, la del patio,
en la que ya no permitían el acceso a toda la estancia.
Nos encaminamos a Santo Tomé, estuvimos de nuevo en la Iglesia.
Y
después pasamos a ver de nuevo
su famoso cuadro del Entierro
del Conde Orgaz, al que volví
a hacer foto... Tan desobediente como siempre...
Paseamos
hasta Santa
María la Blanca.
Observamos
un pequeño cambio,
habían desplazado la
mesa de la monja con las
publicaciones para colocarla bajo
uno de los frescos de la bóveda central que se está desprendiendo.
Supongo
que así evitan
que pasen por allí los visitantes.
Continuamos
hasta
San Juan de los Reyes.
Y tras dar de nuevo una vuelta por el claustro.
Esta vez si que pudimos entrar en la Iglesia.
Y tras dar de nuevo una vuelta por el claustro.
Esta vez si que pudimos entrar en la Iglesia.
Encargo de los Reyes Católicos a Juan Guas en 1.476. De una sola nave, en estilo Isabelino, con coro elevado.
Que ha cambiado la iluminación de la Mezquita dándole un tono azul a las cúpulas que la hacen mas vistosas.
Fecha
de visita: Septiembre
2013
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