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PARADA:
Junto
al “Monasterio de Yuso”,
en la calle Prestino, en un pequeño callejón con paredes de
mampostería, se encuentra el “Mesón
Las Glosas”.
Auténtico,
con solera, con piedra vista y madera en el techo. La barra nos la
encontramos nada más entrar, hay mesas para comer a la izquierda y
un pequeño comedor al fondo.
Fuera
hacía frío y el calor del local reconfortaba.
En
la zona de mesas junto a la barra hay un piano, la música de este
inunda el restaurante y sentado en el taburete trocando sus teclas
hay un… maniquí… si, un maniquí con una peluca de pelo largo y
traje que desvirtúa un poco el encanto de lugar, pero bueno, tiene
su gracia.
Nos
sentaron en el saloncito del fondo, todo está decorado con objetos
antiguos que junto a la piedra de las paredes y la madera le dan ese
aire de mesón antiguo.
Nos
atendieron enseguida y nos cantaron el menú de la casa. Acompañamos
la comida con unas coca-colas.
De
primero elegimos verduras a la plancha, que estaban perfectas,
excepto por el chorrito de adorno de reducción de balsámico que le
sobraba. Que ganas de chafar un plato con una verdura buenísima, a
la que además el toque ácido del vinagre no le aporta nada.
Ensalada
mixta, fresca y variada.
Los
segundos que elegimos consistieron en un revuelto de setas y
trigueros, que estaba muy bueno, nada pasado y por encima de la media
…
…Y
el pollo a la jardinera, bien, pero nada del otro mundo, un poco
simplón.
De
postre escogimos los caseros, las natillas, me encantaron,
buenísimas.
Y
una delicada y suave cuajada. Muy bien.
Terminamos
con unos cafés para despejarnos un poco.
Estuvo
bastante bien, la chimenea, la música del piano, acogedor, cálido,
además de un trato muy agradable y dicharachero, rápidos en servir
y atender. Nos gustó. (10,91 € p.p. el menú y 1,85 € p.p. los
cafés).
Fecha
de visita: Noviembre 2012
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